Segundos previos

 

    Sentada sobre el suelo, con la mirada fija, como si tratase de contar todas y cada una de los rayones que tiene el suelo, tratando de estar lo más quieta posible.

Cierro los ojos, solo así puedo prestar la máxima atención al entorno. Necesito saber dónde está, hace solo unos minutos que se fue, pero para mí está siendo una eternidad.

Desde mi posición pierdo la noción del tiempo, aunque tampoco lo necesito. Se que estamos solos en la pequeña casa, podría alzar la cabeza un instante para buscar alguna pista, un rayito de sol, que me diga al menos si es de día aún. Solo el pensar en levantar la mirada me pone nerviosa, ¿y si está justo detrás observando?

Escucho el sonido de puertas abrirse y cerrarse, también puedo distinguir un tintineo, pero no puedo decir de que es, ni si tan siquiera es en casa. A más tiempo en mi posición, mayor es la distancia que hay con el resto de la casa, con todo, menos con Él. Hace ya un buen rato que se marchó de la estancia ordenando que no me moviese, y ¿Quién soy yo para desobedecerle? Él sabe que estoy allí donde él me dejó, con la correa colgada de mi boca, justo como la dispuso, también sabe que por mi cabeza están pasando miles de cosas, aunque la orden es sencilla, tiendo a complicarlo todo.

Es curioso, que en los momentos en los que tendría que estar tranquila, yo solita consigo sacarme de quicio, miles de preguntas a las que no puedo dar respuesta, ¿Qué tendrá en mente? ¿Meteré la pata? ¿Qué pasará si no puedo sobrellevarlo…? ¿¡¡¡Cállate ya!! me gritó a mí misma. Él nunca hará nada que no quieras, o que no puedas soportar, te conoce mejor de lo que lo haces tú, solo respira y deja la mente en blanco, no tardará en aparecer.

De la nada en mi cabeza se hace el silencio de nuevo, sé que es cierto, mi vocecita interior tiene razón, respiró profundamente unas cuantas veces, muevo un poco los dedos para evitar que se me entumezcan, y manteniendo la postura lo más intacta posible espero. Se escuchan pasos por la casa, sale de la cocina, pasa por delante de la puerta, y…. ¿viene? parece que no, los pasos se alejan en dirección contraria, escucho como se abre otra puerta y se cierra.

No sé cuánto tiempo llevo aquí, pero se está haciendo eterno, poco a poco mis rodillas se clavan poco a poco, siento como los granitos de arroz se abren camino en mi piel para acomodarse. A este paso cuando Él llegue no podré levantarme, y mucho menos gatear tras él…

¡¡Puedo oír pasos otra vez!! aquí viene, cada vez está más cerca. La puerta cruje tenuemente. Puedo oír su sonrisa y su cara de satisfacción al ver que no me moví ni medio centímetro de donde me dejó, quiero verle, ver el orgullo en su cara, pero no se me permite alzar la cabeza.

 Se acerca lentamente a mí, pone su mano en mi barbilla y tira de mi mentón, levantando con él mi cabeza, aunque no quiera, mis ojos están obligados a mirarle. Justo cuando nuestras miradas se cruzan noto su mano acariciando mi mejilla, automáticamente tenso mi cuerpo, esperando una bofetada que nunca llega, sonrió en mi interior al poder entregarle la correa otra vez. Al fin Amo está conmigo. Su voz, ahora un poco más grave acaricia mis oídos, con unas pocas palabras:


-Buena chica skadi, ahora ven.

               

Tratando de hacer el mínimo ruido posible, sacudo unos cuantos granos de arroz que se aferran a mis rodillas, tal y como Él me enseñó, después, comienzo a gatear lentamente a su lado, tengo las piernas un poco entumecidas por la posición que mantuve casi media hora, me acuesto a sus pies, mientras decide que veremos esa noche, tal vez, después decida jugar.

Comentarios

Entradas populares