amo

 ¿Quién es ese hombre que tiene tal poder sobre mí? ¿Aquel que es capaz de calmar mi dolor, silenciar mis llantos, y aclarar mi turbada mente.

Había tenido una noche mala, muy mala la verdad. Se me estaban mezclando muchas cosas, se acercaba la fecha, esa fecha, lo cual hacía que mis pesadillas eran cada día más recurrentes. Tenía un dolor de cabeza constante y ganas de llorar todo el tiempo. Además, esto causaba que en casa no parase de discutir con todo ser vivo con el que me cruzase.

Como podréis imaginar, ese día había discutido con mucha gente, peleado, gritado y también me había cagado en todo. Esa noche, en concreto, terminé a gritos con mi madre. Y en medio de un ataque de ansiedad, no paraba de llorar y llegue al punto de que me costaba respirar. Así que llamé a Amo para que me distrajera un poco de mis mierdas. Despacito, Amo logró hacer que mi respiración cambiase, me hacía preguntas las cuales yo trataba de responder lo mejor que podía, hasta que, aunque me costaba un poco, logré hablar bien. En ese momento me di cuenta de que él era mi Amo. Si no, no podría silenciar mis lágrimas, porque nadie puede hacerlo. Así pues, le deje caer que sí alguna vez se plantearía tenerme a mi como su sumisa.

 Y así fue como al poco tiempo de conocernos, Amo me aceptó como su sumisa, en una noche oscura, teñida por lágrimas y suspiros, en un intento de rescatarme de las tinieblas. Poco a poco, la voz de Amo, a base de palabras alentadoras logró silenciar mis llantos, lentamente, mi respiración empezó a regularse. El silencio reino momentáneamente, y así, mientras mi cabeza daba mil vueltas por segundo, me armé de valor, y le pregunté si me aceptaba como sumisa. Amo me aceptó dándome la oportunidad de pedirle una sola cosa, la cual no necesitaba pensar mucho, de mi garganta se escaparon algunos sollozos más, y le dije:


  • Solo quiero que me cuide, Amo.


Creo que se extrañó un poco, pero sabía que iba a pedírselo, estaba rota por todos lados. Amo me comparaba con un hermoso jarrón japonés, los cuales reparan con oro cada vez que se rompen, haciendo así resaltar sus daños y  que se vean hermosos. En ese momento me dijo que lo haría. Yo se lo agradecí con una pequeña sonrisa que, a pesar de no verla, se que Amo la notó.  Amo  me dijo que eso entraba ya en sus obligaciones como amo, y aun así lo hizo.



Con el paso del tiempo reiteré mi idea. Lo que más necesitaba era que Amo me cuidase, pasase lo que pasase. No estaría mal que me quisiese, pero lo que más necesitaba eran cuidados, muchos cuidados. Mi pequeño corazón no podría soportar más golpes de los que ya había llevado, y uno de ellos aún era muy reciente. Ese día, el 24/7, dio comienzo una gran aventura, la cual disfruto al lado de una persona que pasó de ser un extraño a la piedra angular de mi día a día, aquella con la que pasó la mayor parte de las horas de mi día.

 Nunca pensé que necesitase de alguien hasta el punto de no poder imaginarme como sería irme a dormir sin que su voz me dejase suavemente sobre los brazos de Morfeo. Aunque la verdad es que no quiero regresar a ese punto, pues mis noches eran mucho más largas de lo que lo son hoy. Y con ello se alargaban mis días.


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